En las tierras bajas, le conocían como el país de las seis coronas; dividido en seis reinos, regidos por las mismas tradiciones y pactos.
La noche de las seis lunas, se festejaba durante el equinoccio de verano, donde el segundo descendiente de cada reino se casaría con el primogénito; del siguiente, pasando a ser rey y reina, mientras los antiguos gobernantes se convertirían en los cónsules; Uniendo a todo el país en una gran familia, al menos, esa era la intenciones al crear la ceremonia. Ciertamente había inconformes, pero casi ninguno dispuesto a afrontar el caos, consecuente de atentar con tal tradición...casi. Escondido en un sombrío rincón del bosque, se encontraba la morada de un viejo brujo; no ambicionaba joyas ni títulos, él tenía ambiciones de mago, poderes que un no iniciado no puede comprender y que solo una entidad de gran poder puede otorgar, si se paga el precio suficiente.
La primer escala fue, el taller del artesano maestro, encargado de elaborar los doce anillos para la noche de las seis lunas. Una premisa en apariencia simple, pero, en realidad, significaba el trabajo de una vida, elaborados con una delicada amalgama de metales preciosos, extraídos de las mejores minas y sometidos a un arduo proceso de purificación. Una ardua labor, que si alguien más hubiera sido capaz de apreciar, pudo haberse evitado la desgracia; pero los ojos ambiciosos solo ven el brillo.
Dos días después llegaron los 6 heraldos, cada uno para llevar un par de anillos a su respectivo reino donde los primogénitos os resguardarían hasta la ceremonia. Los heraldos eran valientes, leales y honorables, mas incapaces de distinguir un brujo de un artesano; más aún los bendecidos anillos ceremoniales, de aquellos forjados por el mismo demonio. miraba con regocijo, el mago el acto de su maldad alejarse, creyendo su plan infalible, lástima que nunca consideró la incompetencia del primer príncipe.
Entre los reinos eran ampliamente conocidas, y difundidas, las virtudes de cada Heredero de las familias reales; sus vicios por otro lado, solo eran información que solo la élite de los barrios bajos, podía jactarse de saber. La vida y perdición del primer príncipe eran las apuestas, llegando a perder en una jugada, más de lo que diez campesinos verían en setenta vidas. Una noche, en que el azar no estaba a su favor, terminó perdiendo todo lo que llevaba encima, incluyendo cierto par de anillos. Fue tal su horror, al tomar conciencia de lo cometido unas horas después, que su propia embriaguez abandono su cuerpo. Desesperado acudió al herrero real, lloró y suplicó su ayuda; aunque su primer instinto fue una rotunda negativa, pues consideraba que el príncipe necesitaba, por una vez en su vida, afrontar las consecuencias de su propia idiotez; Pero, sabía también que, el fracaso de la noche de las 6 lunas, podría desembocar en guerra. Toda la noche fundieron utensilios de diversos metales, sabiendo que no serían capaces de igualar la calidad de la amalgama original, su objetivo era imitar el color de los anillos, para que los invitados no se percatasen del engaño y que la ceremonia prosiguiera con normalidad.
llegada finalmente, la noche de las seis lunas, todo el país se encontraba a la expectativa: El brujo esperaba ver las almas de los reyes consumidas y su pacto sellado; la realeza, que la ceremonia trajera una era de paz, así como las anteriores lo habían hecho; los aldeanos, la señal de la hoguera que anunciaba el inicio de las festividades. En realidad, había otra razón por la cual esperaban con ansias esa noche, entre los barrios pobres, era considerado de buena fortuna, casarse durante la noche de las seis lunas. Así cierto hombre que una noche tuvo de su lado la fortuna, se hizo con un hermoso par de anillos justo unos días antes, rápidamente preparó todo, para intentar que esta fortuna perdurara. Fue a visitar a la hija del herrero, a quien llevaba un tiempo cortejando, y se le propuso esa misma noche. Por miedo a que su padre le quitara los anillos, si se enteraba de su procedencia decidieron mantenerlo todo en secreto hasta consumada la boda, con una ceremonia tan pequeña fue fácil organizarla en tan corto tiempo.
Fue rápido y sin dolor, que al se colocado los anillo, ambos colapsaran ante la incrédula mirada del cura y los pocos invitados. Mayor fue horror de las familias reales al ver caer a cinco de los nuevos dirigentes de los seis reinos. Acusaciones de alta traición resonaron entre los invitados, las guardias reales se enfrentaron mientras los antiguos reyes y reinas, ahora cónsules de países sin nadie a quien guiar, regresaban a sus castillos deseosos de venganza.
La última trágica escena de la noche se presento en la morada del brujo, donde el demonio encolerizado, pues habían querido embaucarlo ofreciéndole dos almas de campesinos, solo diez de las almas eran de ascendencia real, el trato no fue cumplido y por alguien sería castigado por ello. Ató la existencia del viejo hombre a su morada, para que fuera incapaz de huir y transformó los espíritus de los infortunados polizones en feroces sabuesos, para atormentarlo, hecho eso, sin decir palabra alguna, el demonio se desvaneció.
Se desató una sangrienta lucha entre los reinos, que se extendió por años. muchos murieron, otros tantos emigraron a otros países para huir del conflicto. Al final del país de la seis coronas solo quedaron las ruinas. Aunque dicen, que perdido en el bosque, se encuentra una choza que ningún soldado fue capaz de derribar, pues de ella provenían gritos tan horribles que todos optaban por pasar de ella.