sábado, 23 de marzo de 2013

Alterf (La Mirada de Leo)

Sentado tras las rejas el prisionero esperaba. Antes de que los gallos volvieran a cantar, seria colgado; antes de que las campanas de la iglesia llamaran a los feligreses, su cuerpo ya habría sido profanado, por los ladrones locales,  Antes de que la luna despierte, su cuerpo ya habrá sido maltratado con piedras y palos, por los niños malcriados (que abundan por estas calles) sin más razón que no tener otra cosa en que pasar el tiempo. Todo eso ocurrirá, pero no todavía.

El condenado esperaba su ejecución, y con ella esperaba ser liberado, de sus propia conciencia y el eco en sus dedos del llamado crimen.

Ella lo miró con esos ojos grandes; grandes y tristes. Disonando con la sonrisa dibujada en su rostro. Como siempre, como aquella vez. Vio en su mirada el rostro de su madre, sonriendole y diciendo que todo estaría bien; llorando mientras estrangulaba a su hermano, 2 años mayor que él, así como minutos antes había ahorcado a su pequeña hermana d apenas 4 años y como, seguramente intentaría lo mismo con él en cuanto terminara.

Pero no crean que Su madre era un monstruo,  al contrario era una buena mujer y una madre amorosa... la mayor parte del tiempo. Esa noche en particular ella se encontraba desesperada, desesperada ante el recuerdo de la tortura publica de su esposo, de la multitud lanzando piedras, y de la  amenazas (que oscilaban entre lo ingenioso, lo grotesco y lo inhumano) de lo que los aldeanos planeaban hacer con los hijos de aquella "bruja", como le llamaban.
Mato a dos hijos, por que era mejor que dejarlos a merced de esa gente, y hubiera hecho lo mismo con el último hijo, si este no se le hubiese adelantado. La golpeó en la nuca con una vieja sartén (e igual que haría 20 años después, razón por la cual lo condenarían a la horca), le saco los ojos; no por sadismo, fue en realidad, un intento de destruir junto con ellos el recuerdo de aquel día.

En realidad no sentía remordimiento por lo que hizo  lo sentía, por haberlo hecho en vano. Si con eso hubiera terminado con sus demonios. No le hubiera importado, en lo más mínimo, matar a quien fuera.