Nunca he entendido
porque las personas dicen que Dios es amor, cuando por su propia naturaleza, el
amor asemeja más al diablo que a cualquier otra criatura.
Mi historia comienza en
un Motel, no por el sexo, sino por la libertad; Cerradas las puertas de la
habitación, la moral ya no tiene jurisdicción. Poco a poco fuimos quitando las
cadenas que nos ataban a la sociedad, cadenas de tela y botón; cayeron al piso
una tras otra. Algunos pervertidos dirán que la desnudaba, pero a mis ojos ella
se revestía de sí misma, ¿Quién puede etiquetarte ahora?
Recorro su cadera,
quiero que mis dedos memoricen cada curva su cuerpo, solo en caso de que no sea
capaz de hacerlo al calor del momento. Alcanzo a sentir su interior estremecer,
resonando por su garganta hasta que por su boca sale el vibrato del orgasmo. Ella
sentía la gloria, sin que hubiera rastro santidad en esa habitación; yo sentía,
las flamas del infierno alimentando mi caldera.
La obscuridad nos
cubre, no puedo distinguir su rostro. Justo ahora me doy cuenta que no recuerdo
ni siquiera su nombre, me pregunto si ¿ella recordara el mío? Pero no es el
momento para preguntar, incluso si lo fuera, mas importante es encontrar el
método para indagarlo.
-Di mi nombre- susurro
a su oído antes de comenzar a morderlo
-¿Qué?- responde ella
confundida, tratando de recordar en donde esta
-Qué digas mi nombre-
me muevo con más vigor, saturarla de mi evitando que tenga energía para pensar
excusas…
-Pierre, ¡Pierre!- gime
ella, en efecto, no tiene ni idea de cómo me llamo.
¿Por qué carajos dijo
Pierre?, hubiera dicho José, Juan o cualquier nombre regional; tendría un mayor rango de probabilidad. ¿Sabrá,
por lo menos, en donde esta? O tan enajenada esta en ella misma que no se da
cuenta que fantasea. Otro podría indignarse e irse; pero la verdad, ella es una
maravilla en lo que hace además esto nunca fue sobre amor; vale más disfrutar
el momento, que jugar la carta del dolido; y canalizar toda la energía de tu
indignación a la entrepierna, que es, donde se va a necesitar.
Pero bueno, una mujer de
vagina internacionalizada, es un concepto interesante; acaso ¿ella habrá pensado
lo mismo? ¿Hay alguna mujer que, en algún punto de su vida se diga?
“Quiero cogerme a un tipo llamado Pierre, es lo más cerca que mi vagina estará de Francia.” Yo siempre he querido ir a Canadá, creo que puedo intentar esa técnica.
“Quiero cogerme a un tipo llamado Pierre, es lo más cerca que mi vagina estará de Francia.” Yo siempre he querido ir a Canadá, creo que puedo intentar esa técnica.
Lo primero que distingo
al despertar son los números rojos del viejo despertador que adorna la
recamara; 7:58. El coito es una maravilla, a menos que te quedes dormido;
dormir cambia toda la mecánica de la situación. Podrían solo complacerse
mutuamente vestirse y tomar cada uno su camino, ya sea juntos o por separado.
Pero al quedarte dormido te arriesgas a enfrentar el mayor dilema existencial
del hombre postmoderno; Esperar a que ella despierte, o escapar antes de que lo
haga.
Al caer la noche es
cuando la soledad nos alcanza, la mejor manera para evitarlo es dormir con
alguien, soportarlo de noche es más difícil; pero solo retrasamos lo inevitable,
no importa con cuantos te acuestes, la soledad siempre vuelve con los primeros
rayos de la mañana, esa es mi señal para salir. Quedarte abre la puerta a que
pueda significar algo y cuando significa algo, te enfrentas a dos caóticas
posibilidades: Ser rechazado significa que no ameritas el intento de luchar por
ti, sin embargo; ser aceptado resulta aún más aterrador, asumir el riesgo de
arrastrar a alguien más a tu obscura fosa de autodestrucción. Prefiero cien
veces perder a la chica, que vivir sabiendo que la destruí con mis propias
manos.
Por si a esta altura no
lo han notado, esta no es una historia sobre sexo, mucho menos sobre amor; se
trata de la soledad y, en el mundo de la soledad las deudas se pagan con sexo
sin significante y alcohol.
-Dame, un vaso de la
bebida más insalubre que sea legal venderle a un consumidor, con hielo- la
mirada de desconfianza del camarero, puede que crea que estoy demente o
drogado, pero sabe bien que si ese fuera el caso los de seguridad no me
hubieran dejado entrar, regresa veinte minutos después con un litro de whisky en un vaso de unicel.
-Estúpidos bares y sus políticas de salubridad-
-Estúpidos bares y sus políticas de salubridad-
Pese a que el alcohol
no puede darte el placer físico del sexo, puede facilitarte tenerlo; bajo el
riesgo de que sacar a flote cada pensamiento reprimido en tu interior, cada
arrepentimiento y cada persona dejada atrás, volverán a ti sin que puedas
evitarlo. Te confrontas, te envenenas en ti mismo, listo para fermenarte en tu
propia miseria.